Cállate, por favor

He intentado, de nuevo, escribir pero con un propósito: dejarme llevar. Al final no me ha convencido ni el texto ni eso de dejarse llevar.

Dicen que lo bueno tarda; yo llevo esperando tanto tiempo que lo bueno no quiere venir. 
Al mundo le sobra gente rota y necesita, de verdad, personas fuertes que sepan unir.
¿De verdad que necesitas que recuerde que las cosas que se cuidan no se tiran de repente?*



¿Dónde están esas personas fuertes que saben unir y que el mundo necesita?
Con perspectiva, con visión de futuro, con ganas de que el mundo arda de bondad, con la fuerza de un huracán, con las palabras del mejor poema jamás escrito, con las notas de la novena sinfonía.

Llevo dos horas en frente del ordenador y nada. No sale nada. Y me frustro. Me pongo a pedalear sobre el sufrimiento, las ganas que siempre me invaden cuando me voy a dormir de gritar todo lo que pienso, lo mucho que me gusta la música y lo parecidos y a la vez diferentes que somos los que habitamos esto llamado Tierra.

Sobre todo y sobre nada.



La ceniza de mi cigarrillo se cae encima del teclado. El reloj de pared no para de tocar el tic-tac. La puerta entreabierta de mi habitación se portea cada segundo porque hay corriente. La música sube el volumen del silencio que arde en mi cabeza. La pena por echar de menos a tanta gente inunda mi presencia solitaria. Mis pensamientos pasean por la habitación deteniéndose en el hueco que deja la ventana. La luz que parpadea en el móvil me recuerda que hay gente que se acuerda de mí. Las palabras escritas intentan crear algo bello, digno de ser, merecedor de leerse, gustoso de gustar. Y el movimiento de mis dedos hacen una melodía (melódica) (armónicamente) armónica que rompe el vacío que sienten las paredes.

Apoteosis, clímax. Apocalipsis, fin.

Ojalá nunca te abracen por última vez;
hay tantos con quien estar pero no con quien ser.
Tan solo somos caminos que suelen torcer; miles de complejos sueltos que debemos de vencer.

Ojalá sí te aceptasen por primera vez,
y entendiesen que es que todos merecemos bien:
que no existe una persona que no deba de tener ya que somos circunstancias que nunca elegimos ser. **



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